La vi y me quedé de una pieza . El ruido de sus motores fue inaudito pero efímero . La nave expulsó luces multicolores y llamativas casi echando llamas pero sin echarlas . Dentro solo iban Rosita y Bomarzo Martini quienes en vertical ascendieron a los cielos a una velocidad tal que en un pis pas desapareció la CUCARACHA VOLANTE de mi vista como si no hiciese ni dos segundos que la hubiese tocado con mis propias manos. Tocado para sentir el material que soportaba las elevadísimas temperaturas que habría de soportar durante la travesía del Espacio comprendido entre la Tierra y Marte . Más de dos mil grados centígrados , muchos más según mi escaso entender en cuestiones aeronáuticas . A Arturo Pérez se lo preguntaré en cuanto que él , de estos asuntos , entiende bastante más que yo. El escribidor solo sabe que , antes o después , emprenderá el vuelo hacia el planeta rojo al que tanto admira. Hacia el planeta de Rosita Rojo y Rojas cual es su segundo apellido que suena a oriundo de Castilla . No obstante , Rosita nada tiene que ver con los Rojas castellanos ni terrícolas de lugar alguno. Su segundo apellido , aunque no corriente , es de puro origen martense o marciano.
Nadie más fue testigo del despegue excepto un chucho que pasaba por el paraje y se quedó extasiado ante el fenómeno . No hubo testigos de cargo ni de descargo porque yo no los convoqué adrede. Prefiero que los viajeros no sean conscientes , desde fuera de la CUCARACHA , de la que ésta formará al despegar con ellos dentro. No me cabe duda de que , de haber presenciado el despegue que yo presencié en solitario , se asustarían más de lo debido y , en este sentido , recordé a Emilú y a Willy , quienes aunque hubiesen estado dentro habrían barruntado algo del espectáculo tan ruidoso como asombroso por sus condiciones . La tierra de los alrededores tembló , al elevarse la nave con dirección hacia la exosfera , de momento , y al pleno Espacio después. Una especie de terremoto muy localizado se produjo y , al momento , cuando no era más que un punto luminoso en el cielo , se produjo la réplica del movimiento que no pasó de ser un leve sismo , sin más. No hay que decir que en las casas próximas nada ni nadie se percataría del seísmo excepto los perros , los gatos , los pájaros y otros animales que cercanos estuviesen ya que disponen de un sexto sentido detector de movimientos telúricos y determinados fenómenos atmosféricos . Cuando ya no vi el punto luminoso, que no era más que LA CUCARACHA VOLANTE volando con dirección a Marte tras pasar a la altura de la Luna, emprendí el camino de regreso a la estación de trenes de Sevilla ( Santa Justa ) y , tras ponerme en la cola que había para comprar el billete , lo compré con el descuento al que tengo derecho , regresando a casa en donde Glaukopis me esperaba . No le dije a qué había ido a Sevilla , pero se lo imaginó porque es más lista que Briján. Al final terminé por confesarle que había ido ,solo , a Sevilla a pesar de mi depresión. Al fin y al cabo soy el organizador del viaje y de esta manera había logrado tener una idea de lo que daría de sí y significaría el viaje para los viajeros.
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