Con anterioridad a ello , ya que puede hacer ambas cosas antes de que amanezca el lunes pues lo conozco como el Sol a la Tierra y a la Luna sin que ni una ni otra se pongan celosas . No en vano soy su notario y narrador de su vida y obra , de sus victorias y de sus entuertos. Por ello , tecleo estas letras en el ordenador con prisa y vehemencia. Para que no se me vaya a adelantar .
Lo dejé en Hervás pensando alquilar una casa para abrir el que sería su segundo bufete . El primero había estado en Salsipuedes , en Argentina , y bien que le fue. Su renombre obtuvo en los asuntos que llevó y ganó para sus clientes, a los que presentaba unas minutas que los dejaba sumidos en la más absoluta miseria , y para sus amistades , a las que , en cuestiones de su competencia , también les cobraba lo que no está en los escritos. Se especializó en temas laborales por lo que en Hervás sería , además de judío con tienda abierta , abogado laboralista . He de comentar que la venta de tijeras , que tan bien marchó en principio , había descendido en cuanto que todas las diseñadoras , que las había en Hervás, , modistas y costureras ya estaban bien abastecidas de ellas y solo las adquirían las mujeres del pueblo que las usaban para cortar sus telas y recortar los retales . Con ellas se hacían , ejerciendo de costureras sin serlo , sus batas veraniegas y sus sayas y tocas invernales . Aprovechaban los retales , recortados con tijeras compradas en la tienda de Oran , para coser , mientras cantaban, fundas para los brazos de los sillones o hacer labores de patchwork que tan de moda se había puesto en el pueblo. La verdad era que el descenso paulatino en las ventas de tijeras se dejaba notar en la caja . No así la venta de otros útiles cortantes y punzantes cuya fama había conseguido que forasteros de los pueblos de los alrededores e incluso turistas preguntasen por SOCUT . Gran y buena fama habían adquirido las navajas de doble filo que les suministraban desde una fábrica de Albacete. En el éxito , indudable, de la tienda parte del mérito se le podía achacar a Marisa y a Oran, sin desdecir de la óptima calidad de los objetos en venta , , cuya amabilidad y buen trato a la clientela era digno de encomio. A pesar de las clavadas , nunca mejor dicho , que el judío como buen judío les daba , los compradores abandonaban el mostrador de madera y salían de la tienda contentos y gozando de sus compras . A muchos de ellos incluso no les parecían caras las navajas , tijeras , buriles , punzones u otros instrumentos de rompe y rasga o punzantes que compraban y ufanos de sus adquisiciones regresaban a los respectivos autobuses en los que habían llegado a pueblo tan bello.
Mientras tecleo estas letras , pienso en Samuel , el hijo de Oran y en sus cara sonrosada y risueña . Su recuerdo me lleva a las callejas del pueblo en el que estuve por primera vez a finales la década de los sesenta . Ni entonces ni nunca pensé que en él Oran abriría tienda y bufete . Tampoco pensé que me convertiría en su notario , en cuanto tomador de notas biográficas , y en su hombre de confianza. A pesar de ello , escribo estas líneas antes de que abra su segundo bufete y empiece sus estudios del complicado idioma chino ya que , sabiendo francés , como lo sabe , y manteniendo un nivel de inglés admisible y entendible , para qué quiere más. .
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