El hombre aparentaba unos sesenta y tantos años y caminaba como si le dolieran los pies. En realidad le dolía una rozadura que tenía en la planta del pié izquierdo debida a su forma de caminar y de pisar .Pero el hombre no se dirigía a la consulta del podólogo sino a la del odontólogo . Con él tenía cita en la consulta a las diez y media ya que el hombre , que se llamaba Ambrosio , había sido fumador y su dentadura había empezado a flaquear. Fumador y bebedor regular de vinos y de licores, en especial de Whisky. A diario Ambrosio , tras regar la plaza con una cerveza bien fría como solía decir , bebía con regularidad dos copas de buenos vinos tintos cosecheros a la temperatura adecuada o dos copas de manzanilla de Sanlúcar muy frías. Era pues de lo más natural que a su edad la dentadura hubiese dicho aquí estoy yo . La dentadura y los achaques normales que se suelen tener con el paso de los años y se está próximo a ingresar en el selecto club de los setentones como era el caso de Ambrosio , quien caminaba con sus peculiares andares
Caminaba Ambrosio con sus andares peculiares por la acera de la calle hacia la casa en la que estaba la consulta del dentista .
Al llegar , la señorita que le abrió la puerta ,vestida de blanco aunque enfermera no fuese , le dijo que pasara a la sala de espera y aquí , sentado , esperó que lo llamasen mientras leía , habiéndose quitado sus gafas , una revista que hablaba de los Templarios. Mediado el artículo lo llamaron y Ambrosio pasó a un lugar de la clínica dental en la que trataría el médico de mejorarle el dolor de muelas que lo aquejaba desde hacía varios días. Tumbado en el sillón , que hoy es más cama que asiento , el médico comenzó a hurgar donde debía y , tras radiografía bucal , le dijo que había que hacerle dos endodoncias . Ambrosio preguntó si sobre la marcha se le podía hacer la primera y el médico le dijo que sí .
Durante una hora permaneció en el sillón -cama sin decir ni pío y dejando hacer su trabajo al médico mientras pensaba en los sucesos del día viendo ondear una bandera de España que sobresalía hasta la calle desde uno de los pisos superiores . Calculó que sería desde el quinto o sexto. La bandera roja y gualda se bamboleaba mecida por el viento plegándose o desplegándose y víendola pensaba en lo poco partidario que había sido él , siempre ,de banderas , fuesen de dónde fuesen y de banderías que , en los momentos actuales , tantas hay sobre todo en Cataluña. Ya se quitará la careta más de uno y las disputas entre los diputados catalanes separatistas estarán a la orden del día. El seny no aparece en muchos miembros del Parlamento , en la Generalidad , o en el Govern . Lo han perdido pero algún día lo encontrarán . Será entonces cuando puedan proclamar la República.
A la cabeza le vino el discurso del Rey Felipe VI , de ayer , sobre Cataluña y las sandeces que había leído sobre él . ¿ Qué querían o pensaban que don Felipe iba a decir sobre tan delicado y trascendente asunto ? . ¿ Que les iba a dar la razón a los golpistas e independentistas ? . ¿ Que iba a aludir a la contundencia de la actuación represora de los cuerpos de seguridad del Estado que debían contener a los manifestantes que se sobrepasaran ? . ¿ Que iba a intentar dialogar con los defensores de la implantación , irregular e ilícitamente , en Cataluña , de la III República ? . No , de nada de esto habló don Felipe como era de esperar y es lo más natural del mundo.
Pensó entonces Ambrosio en aquél profesor emérito , catedrático de Ciencia Política y apellidado Cotarelo , que le dio clases a Iglesias Turró , del que dijo hace un año más o menos : ¿ Va estando ya claro que este hombre , además de narcisista y prepotente es tonto ?. El hombre al que don Ramón Coterelo se refería es don Pablo Iglesias Turró , un hombre al que no le han gustado las palabras pronunciadas por el Rey.
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