Su estancia , prolongada , y las causas de expulsión. Fueron éstas , según me dijo , debidas a su sincretismo religioso y a no ser católico-romano puro y duro. Prolongada , me dijo , porque , en el monasterio , bello y antiguo pues sus comienzos arrancan del siglo XII , del cual se conservan partes de sus construcciones , alcanza los dos quinquenios . Estancia prolongada , repitió , en cuanto que los monjes que en él había soportaron mis críticas religiosas durante una decena de años. Dos lustros durante los que me ilustré con lecturas de códices antiguos . Por ellos , transcritos de otros datados en el siglo IX que no estaban al uso para que no se ajasen , adquirí el sincretismo que iba a producir mi expulsión y que bajo mi punto de vista no era más que una mezcla de lo mejor que en común tenían todas las religiones habidas y por haber. Tras ella , me dice , no cayó en el agnosticismo , como dijo el escribidor , sino en el gnosticismo que no es lo mismo aunque suenen parecidos lo cual se presta a confusión . Entré en el monasterio tras acabar mis estudios medios , en el Instituto de Segunda Enseñanza que lleva el nombre de Maimónides , no en el de Córdoba sino en el edificado en otra ciudad española cuyo nombre silencio adrede , destacado rabino y teólogo , como yo pero de otra época me dijo , del siglo XII y primeros cuatro años del XIII , que peregrinó por distintas ciudades hasta que murió en El Cairo . Junto a su estatua (esculpida muchos siglos después de su muerte ) , en Córdoba , me hice una fotografía que conservo.
Tras acabar con brillantez sus estudios medios , continuó diciéndome , ingresó en la Facultad de Derecho , ahora sí , de la Córdoba califal hoy cristiana y más que cristiana desde que los cristianos construyeron un imponente edificio en el centro de la imponente mezquita . Cuando me licencié , asimismo con la brillantez que puede suponer , y habíéndome mantenido mi madre, Ester , y sufragado mis estudios ya que mejoró su status social y económico a posteriori de su casamiento con un judío rico llamado Levi , quien haciendo honor a su nombre bien la acompañó y lo siguen haciendo a pesar de sus años y los de ella , abrí bufete en la ciudad de los Califas yéndome muy mal , fatal. . Esto fue lo que me impulsó a ingresar en el monasterio consabido , cuyo nombre omito ,en el que mi sincretismo religioso se reafirmaría.
Tras mi estancia y expulsión del dicho monasterio cuya antigüedad se pierde en la noche de los tiempos , fue cuando decidí irme a Salsipuedes y abrir allí mi despacho , como abogado laboralista , ya que tan mal me había ido en la Córdoba española . Guiado por el sincretismo religioso que defendía a cal y canto pensé que volviendo a ejercer mi profesión cerca de la Córdoba argentina , mejor me iría como así fue. Allí , en localidad próxima a Córdoba llamada Salsipuedes como es sabido , no solo hallé el éxito profesional a pesar de la competencia existente , sino el amor. Un amor llamado Marisa.
Con ella atravesé el charco de allá para acá y me instalé en Hervás donde abrí tienda y pienso abrir bufete.
El sincretismo religioso del que hacía gala y con el que pesado me ponía de tanto decir que era lo mejor del y para el mundo en lo tocante a creencias , tenía su base y fundamento en el gnosticismo del que , igualmente , hacía gala . Gnosticismo y sincretismo que provocaron la inquina de los monjes cuyo abad , tras charla muy edificante y glosada , terminó expulsándome después de haber llamado a capítulo a la comunidad y , una vez todos presentes , los cuatro monjes y él , habían decidido lo que decidieron : EXPULSARME . Díjome el abad , cuyo lema vital y existencial era el que dice : dábale arroz a la zorra el abad , un palíndromo como otro cualquiera , las palabras que siguen , que no fueron cualquier cosa sino harina de otro costal . Son las palabras con las que el abad , Fray Berengario , me despidió las siguientes : la humanidad , hijo , aún no está lo suficientemente madura para entender tus creencias sincretistas . Eres un adelantado a tu tiempo, y , por tanto , estás fuera de él : eres un anacrónico , finalizó y me puso la maleta en la puerta del monasterio.
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