Prometí que escribiría sobre ella y lo hago . La carta de menús del restaurante en el que ejerzo mis funciones como relaciones públicas es, como menos , original . Antonio Guillermo Sosa y González , su autor , intentó hacer de ella , aparte de exhibir una variedad de platos , todos exquisitos , entre los que la clientela no sabe por cuál decidirse , una obra de arte y a fe que lo consiguió. De arte abstracto fundamentado en la técnica de patchwork . De los retales y muestras de tela que su mujer utiliza para hacer fundas de gafas o de abanicos , monederos , guardapipas , billeteras , carteras de mano , y otras varias obras de artesanía a cual más admirables . Con los retales que su mujer desechó , Antonio González , cual es su pseudónimo como artista ; con los sobrantes de ellos más atisbos de clasicismo e ideas abstractas , hizo la decoración de las cartas , con tapas de piel de ante muy curtida y figuras en relieve. . Resultado de todo ello fue que las cartas , en los bordes de tres pergaminos que las conforman , el último reservado a los vinos y una cincuenta en total , muestran las cigalas , los langostinos y las gambas con cuerpos de peces ; lo que nos trae a la memoria a las sirenas y a los unicornios entre otros seres mitológicos. Precisamente una gamba enhiesta aparece como el unicornio del caballo Pegaso el cual , como en la mitología clásica , se muestra alado pero mostrando , en el lugar de las alas , dos rayas o mantas de las aguas próximas. Formas fantásticas de peces , mariscos y otras criaturas marinas nacidas de la mente y del pincel de Antonio Guillermo Sosa González decoran las cartas entre las que destaca un remedo de las Señoritas de Avignon , pero apareciendo , como cabezas de las señoritas , corvinas , túnidos y otros peces que nadan en aguas cercanas .
Digno de destacar es , asimismo , el tiburón tigre en el que una cabeza de lubina corona un cuerpo de tiburón atigrado jamás pintado por pintor alguno. Ni en los cuadros de El Bosco he visto ser tan extraño a pesar de lo dado a dibujar seres extravagantes que el pintor era.
Casi no hace falta comentar que Antonio González , cuando terminó de pintar las cartas , las cincuenta originales, descansó . La minuciosa decoración de las cartas , enorme trabajo y enorme esfuerzo , lo exigía.
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