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EL BLOG DE GUILLERMO ÁLVAREZ DE TOLEDO PINEDA. Blog independiente y de temas multicolores. Entre ellos , el tema estrella : Historia de los Álvarez de Toledo Golfín. Etiquetas temáticas en la parte inferior y lateral con las gracias por entrar y leerme.Unas gotitas de humor no van mal en la cazuela de la VERDAD y mucho pueden decir.

sábado, 9 de octubre de 2010

LA CARTA DE BIN A BUSH.

Embarco en Barajas, tras vicisitudes varias a cual más incómoda, en vuelo con destino a Nueva York. A la mente me viene la obra de Federico García Lorca mezclada con los primeros viajes de Cristobal Colón a las Indias. Sé el porqué. La inmediatez del mío se sobrepone al lento pero natural navegar por las aguas de la mar océana, de las que don Cristobal fue primer Almirante pero no primer nauta. Él era nauta pero no internauta, lo que son las cosas. ¿ Quién me hubiera dicho que yo, a mis sesenta años, navegaría por las virtuales olas del Atlántico ?. Que navegaría navegando en vuelo y por internet con alas cortas. Con vuelo torpe de pavo sin reino. Con vuelo corto de gallo de corral que se dirige al gallinero de un rancho de Tejas. Veré allí al gallo americano, al expresidente George Bush el que dijo, entre otras sandeces, que África era una nación, un Estado. Panafricanista que es el señor al que le llevo, escondida en lo más profundo de mi maleta y guardada como oro en paño, la carta que Bin le envía conmigo como mensajero. Espero que no me mate como mesajero mercurial que soy. El señor Bush se las trae y se los lleva, sobre todo las papeletas electorales, no sé a dónde, y los dólares que no le caben en los bolsillos ni en la Bolsa. Todo un lord inglés con facha vaquera. Vaya personaje en su rancho tejano y fuera de él. El inventor del armamento químico iraní, mentira podrida, responsable de tantísimas muertes en la antigua Mesopotamia y que se pasea a caballo por su rancho como si tal cosa y con su conciencia, si es que la tiene, tranquila, recordando la foto, desafortunada, que se hizo con Blair y Aznar, el bigotes, en las islas Azores sin azoramiento alguno. Podía haber elegido las cercanas y afortunadas Canarias para mayor deleite y solaz del expresidente español, Aznar, tan crédulo y bien intencionado señor, tan guapo. Dejemos en paz a don José María Aznar y vayamos a lo nuestro. A la entrega, en mano de Bush, de la misiva que Bin le envía mediante este humilde periodista español, mejor españoleto por mi estatura, como don José de Ribera el buen y bajito pintor de tantos buenos cuadros, muchos de los cuales decoran la Colegiata de Osuna, el pueblo de mi madre.

Sobrevolamos un inmenso mar de aguas atlánticas azules y de nubes supraatlánticas blancas como la blanca Albión vista desde las costas francesas. De la blanca Albión donde nacieron los antepasados de Bush sin la fortuna que ahora le acompaña.


Desde el aeropuerto neoyorquino John F. k., en el que vuelvo a ser tratado más o menos como una oveja descarriada, alzo el vuelo hacia el George Bush de Houston donde , a pie de escalerilla, me reciben dos armarios negros de dos metros de alto, medio de ancho y un cuarto de largo, entre los que marcho protegido, tanto que me siento preso. Lo que en realidad soy. Un español bajito a mucha honra protegido y preso de la fuerza bruta de dos sicarios de Bush. No digo ni pío porque no hablo la lengua de los nosteamericanos ni ellos mi evolucionado, mucho más que la Léngua inglesa, castellano. Soy buen entendedor y pocas palabras bastan, las actitudes de los negros y sus hostiles miradas lo dicen todo. ¡ Qué recibimiento más distinto al que me hizo Fátima la preferida de Láden!. Mucho petróleo y mucho dinero pero de clase y educación, escasos. Ricos de bolsillo y bolsa pero indigentes de corazón y sentimientos.

El negro Tom y el negro John parecen hermanos sin serlo. Sus carantoñas y manoseos mientras me escoltan, protegen o raptan, delatan que son negros invertidos. En todos los colores hay de todo. Matices. Les digo : Dangerous, cuando un caballo sin jinete atraviesa la carretera y, por sus arrumacos, los dos van delante y yo detrás en el coche, no lo ven. Miro hacia todos los lados esperando, en mi ingenuidad, ver algún apache o comanche de los que poblaban esta región. Ni uno, a todos se los cargaron. Es la zona por la que deambuló José Luis Álvarez de Toledo Dubois, primo hermano de mi quinto abuelo, cuando, huído de Cádiz donde fue diputado pos Santo Domingo, intentó fundar la primera República de Tejas, efímera, y logró fundar el primer periódico tejano, la Gaceta, en Nacogdoches. Pensando en su aventurera y contradictoria larga vida estaba cuando John , el negro chauffeur, detuvo el cochazo de su mismo color ante la puerta de una cancilla sobre la que ondeaba la bandera estadounidense mecida por los resecos aires de la región. La segunda parte de la misión que me había encomendado Bin estaba a punto de llevarse a efecto. Sólo una mariconada de los negros gigantones podría impedirla. De un momento a otro, tal vez al doblar la próxima curva, vería el rancho Bush. Así ocurrió, en efecto.

El expresidente me recibió con cortesía y naturalidad, sin protocolo, cuestión que le agradecí de inmediato. Me sorprendió que chapuceara el castellano. La riqueza de la construcción era la propia. Del mobiliario, en cuanto hay gustos para todo, mantengo silencio. Sin traductor que nos ayudase en la conversación, nos defendíamos en su mal castellano y ya, por desuso , en mi deficiente francés. Un galimatías que provocaba la risa abierta, tontona y, al mismo tiempo, picaresca de Bush y la mía, más comedida. A medida que escanciaba el buen vino y bebíamos, las risas fueron pasando a carcajadas incontinentes. Probablemente, pensé, me invitará a cenar y pasar en tan grato y segurísimo lugar la noche. Así fue y se lo agradecí. No me apetecían prisas en la lectura de la carta que se pospuso para el siguiente día.

Dormí a pierna suelta sobre una cama amplia y confortable. Muy de mañana, poco después de alborear y sin presentarme a su familia, desayunamos en el lujoso comedor del rancho. Él a la inglesa. Yo, a la española. Finalizado el desayuno pasamos a su despacho, donde puedo decir, vulgarmente, que se podían correr caballos, y le hice entrega de la carta sellada con lacre. Con un abrecartas de ébano y cabeza de caballo grabada en su empuñadura, extrajo del sobre una cuartilla rojiza y me la entregó para que la leyese. No pude porque la grafía era árabe. Al punto, tocó un timbre de oro que descansaba sobre su mesa y un individuo de evidente fisonómia arábiga, comenzó la lectura mientras Bush, detalle por su parte, me mostraba sus fotos con los Reyes de España cuando lo visitaron. Estaba yo mirando mirando una foto en la que nuestro Don Juan Carlos aparecía muerto de risa, cuando el árabe lector, rojo como un tomate, dijo : Es usted un hijo de... . No terminó la frase y prosiguió en un inglés tan bien pronunciado y con tanta lentitud que pude comprender. Es usted un embustero y un genocida. Sabe porqué lo digo perfectamente. A mí no me vuelve a engañar más. Al punto Bush le arrebató la carta de las manos al traductor y dijo mirándome con antipatía. Esto ya me lo ha dicho ochenta veces el muy rufián. Y lo más grave es que es verdad. Tan verdad como que las víctimas de su execrable atentado a las torres está muertas. Cada uno es como es y ve las cosas a su manera. Para mí el genocida es él. Para él, yo. Formas distintas de ver las cosas. Tras estas últimas palabras llamó a los negros para que me devolviesen a España. Cuando abandonábamos el rancho, Bush, sonriendo, galopaba feliz por su extenso rancho como si hubiese oído llover.

Digo yo que para este viaje no se necesitaban tantas alforjas. También, digo yo, tantas barbaridades por parte y parte. Tom y John, hicieron todo el camino hasta el aeropuerto de Houston haciendo manitas en demostración ostentosa de sus sentimientos compartidos. Ellos no hacían mal a nadie por muy invertidos que fuesen. Bin y Bush, sí. De cualquier forma, por buenos que los armarios fuesen, más, mucho más, buena estaba Fátima la de Bin. Cada uno tiene sus preferencias. Bin y Bush, cada uno a su estilo, son dos equivocados. Dos peligrosísimos equivocados. Mucho más que Tom y John y que la gran mayoría de blancos y negros mariquitas o no.

Desde la cafetería del aeropuerto J.F.k de Houston, presto a partir en vuelo directo a Madrid, Wilhelmus scripsit. Iré para volver. Me queda la carta a Obama. Preferiría que no me mandasen guardaespaldas invertidos; si así son, que no es lo normal, tampoco pasa nada. Cosas mucho peores hay. Bush y Bin son claros ejemplos de maldad. Cada uno tendrá sus razones para ser malo o invertido, pero creo que Tom y John no han matado a nadie. Promesa, en buenaparte, cumplida. Espero y deseo que la restante se lleve, de igual forma, a efecto y lo que en la carta se diga sea de interés mayor y más fructífero. Hasta ahora, como comentó Bush, nada nuevo. Lo sabido.




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