Creo que no nos damos cuenta, pero , a partir de ciertas edades , nos pasamos más de las horas debidas en consultas de médicos. A partir de ciertas edades y desde antes de la certeza. Otorrinos, dentistas, neurólogos, oncólogos, podólogos, traumatólogos, alergólogos, neumólogos ... nos reciben en consultas públicas o privadas y nos recetan o aconsejan cómo debemos vivir. No fume, no beba, coma esto o lo otro y alcanzará los ochenta, noventa o cien años. Ande, corra , monte en bicicleta, suba montañas, transpase la alta sierra.. Si lo cumple , tal vez más. Será centenario si vive sin vivir. Si hace lo que ellos llaman una vida sana y metódica. A los médicos le podemos unir los dietistas que nos terminan diciendo lo que todos sabemos : coma de todo y no abuse de nada. Para este viaje no necesito alforjas. Para el último, equipaje ligero.
Como al hombre lo que le gustaría sería no morirse, ser inmortal, lo cual es imposible por mandato bíblico y natural, suele oir con aquiesciencia las palabras aleccionadoras de los médicos y en su búsqueda acude con la esperanza de que le prediagnostiquen algo para curarse en salud. Análisis de sangre, de orina , pruebas más o menos dolorosas para ver cuál es el estado de la próstata o de la matríz. De la vista o del olfato. Médicos y más médicos o medicinas y más medicinas. Se suele argumentar que la medicina preventiva puede hacer que una enfermedad incipiente sea cogida a tiempo y no pase a mayores. Puede , pero como la cosa venga mal dada no nos salva ni la caridad divina. Al fin y al cabo, la Providencia preve la muerte natural que, antes o después, nos llegará por sus propios pasos. Átropos o la parca morta nos visitarán nos pongamos como nos pongamos y vayamos a los médicos que vayamos. El poder que los hombres tienen sobre ella es retrasar más o menos su definitiva llamada, pero nos visitará antes o después. Sobre esto no hay duda alguna y , en el improbable caso de que así no fuese, qué sería de nosotros, Dios mío, viviendo eternamente en este mundo imperfecto y de locos. La vida es un ciclo que inexorablemente cumplimos y que, por sentido común, debemos administrar bien sin cometer excesos. Pero vivirla pendiente, un día sí y otro también , de lo que nos dicen los médicos es error craso. Tan grave como dilapidarla haciendo barbaridades. Creo que estamos creando, sin darnos cuenta, un ejército de hipocondríacos . De hombres , y mujeres, enfermizos más que enfermos. Para curar a los enfermos están los médicos , cuando hagan falta. Curarse en salud no creo que sea bueno bajo el punto de vista psicológico. Casos , muchos, conozco que , por prevenir tanto , no viven. Viven sin vivir sus vidas. Y mueren sin vivir sus muertes , vivencia que puede ser bella si sabemos aceptarla con resignación cristiana aunque dolorosa sea para nosotros y para nuestras familias y amigos. Mientras menos dolorosa sea, mejor. Para esto están los médicos y la medicina . No para utilizarlos como buscadores de padecimientos imaginarios como el Argan de Moliére. Creo que se me habrá entendido. Y para colmo , el ametrallamiento propagandístico. Vivamos y dejemos vivir hasta que Dios quiera y que tengamos una buena muerte. Es lo que pido para mí y para todos.
Como al hombre lo que le gustaría sería no morirse, ser inmortal, lo cual es imposible por mandato bíblico y natural, suele oir con aquiesciencia las palabras aleccionadoras de los médicos y en su búsqueda acude con la esperanza de que le prediagnostiquen algo para curarse en salud. Análisis de sangre, de orina , pruebas más o menos dolorosas para ver cuál es el estado de la próstata o de la matríz. De la vista o del olfato. Médicos y más médicos o medicinas y más medicinas. Se suele argumentar que la medicina preventiva puede hacer que una enfermedad incipiente sea cogida a tiempo y no pase a mayores. Puede , pero como la cosa venga mal dada no nos salva ni la caridad divina. Al fin y al cabo, la Providencia preve la muerte natural que, antes o después, nos llegará por sus propios pasos. Átropos o la parca morta nos visitarán nos pongamos como nos pongamos y vayamos a los médicos que vayamos. El poder que los hombres tienen sobre ella es retrasar más o menos su definitiva llamada, pero nos visitará antes o después. Sobre esto no hay duda alguna y , en el improbable caso de que así no fuese, qué sería de nosotros, Dios mío, viviendo eternamente en este mundo imperfecto y de locos. La vida es un ciclo que inexorablemente cumplimos y que, por sentido común, debemos administrar bien sin cometer excesos. Pero vivirla pendiente, un día sí y otro también , de lo que nos dicen los médicos es error craso. Tan grave como dilapidarla haciendo barbaridades. Creo que estamos creando, sin darnos cuenta, un ejército de hipocondríacos . De hombres , y mujeres, enfermizos más que enfermos. Para curar a los enfermos están los médicos , cuando hagan falta. Curarse en salud no creo que sea bueno bajo el punto de vista psicológico. Casos , muchos, conozco que , por prevenir tanto , no viven. Viven sin vivir sus vidas. Y mueren sin vivir sus muertes , vivencia que puede ser bella si sabemos aceptarla con resignación cristiana aunque dolorosa sea para nosotros y para nuestras familias y amigos. Mientras menos dolorosa sea, mejor. Para esto están los médicos y la medicina . No para utilizarlos como buscadores de padecimientos imaginarios como el Argan de Moliére. Creo que se me habrá entendido. Y para colmo , el ametrallamiento propagandístico. Vivamos y dejemos vivir hasta que Dios quiera y que tengamos una buena muerte. Es lo que pido para mí y para todos.
