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EL BLOG DE GUILLERMO ÁLVAREZ DE TOLEDO PINEDA. Blog independiente y de temas multicolores. Entre ellos , el tema estrella : Historia de los Álvarez de Toledo Golfín. Etiquetas temáticas en la parte inferior y lateral con las gracias por entrar y leerme.Unas gotitas de humor no van mal en la cazuela de la VERDAD y mucho pueden decir.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

NADERÍAS

No había nadie en la casa. Aunque sus hijos habían terminado el trimestre y vuelto al pueblo, habían marchado a la ciudad, con su mujer, para hacer compras de Navidad. La radio repetía lo dicho el año anterior y el otro y el otro y el otro sobre las fiestas que se aproximaban. Pirro tuvo que abrir el grifo del agua fría para atemperar la muy caliente de la bañera. El vaho subía como la bruma en el valle durante los amaneceres y se adhería al espejo como la piel al cuerpo, impidiéndole verse en el baño. Impidiéndole distinguir los objetos que lo rodeaban. Apenas el toallero antiguo de roble dejaba entrever su parte alta. La luz era luz en la niebla , en el vaho, que difuminaba los contornos de los objetos conocidos haciéndolos casi irreconocibles, desdibujándolos. Pirro pensó que así verían las personas que tuviesen cataratas, todo borroso y sin perfilar. Decidió apagar la luz eléctrica y encender las velas de los candelabros de cerámica que adornaban la repisa, imaginando acercarse a los baños anteriores a la era industrial. A los baños árabes y al hypocaustum de las termas romanas. Viajando en el tiempo vislumbró el bronce mate que adornaba el pomo de la cerradura de la puerta del cuarto del baño y recordó que sólo hacía una semana que habían cambiado todos los abridores y pestillos de la casa, ya deteriorados y enmohecidos. Las puertas, con los nuevos pomos, parecían otras. Realmente el cerrajero era hombre eficiente en los estético y lo práctico. Hizo el trabajo con prontitud y diligencia y no se fue por las nubes en el precio. Ahora , Pirro, en la modorra del agua caliente tras una noche de amor, escuchaba las estaciones de Vivaldi. Un baño de época pasada. Un baño de épocas anteriores, tan distintos a las duchas convencionales de hoy. Un baño inolvidable que no todos, ni todos los días, se podía dar el común de los mortales. Sin teléfono móvil, oyó el rin rin del fijo e, incorporándose con agilidad, se colocó la sábana de baño y giró el pomo nuevo de la puerta. No se produjo giro alguno y una pequeña pieza de metal cayó al suelo rodando hasta la parte baja del lavabo. No intentó cogerla, sino volver a girar el pomo sin que este cumpliese su obligación mecánica de abrir el pestillo. Tocó la puerta con los nudillos de forma suave por si alguien lo oía. Como esperaba y temía, nadie lo oyó. Eran las nueve de la mañana y hasta mediodía no volverián su mujer y sus hijos. Cinco horas encerrado un claustrófobo suponían peligro inminente de ataque de ansiedad. Peligro de muerte de una forma tonta. Pirro aún no había desayunado y el calor del interior de la estancia presagiaba bajón de la tensión arterial unido a su hipotensión esencial. En su casa, rodeado de comodidades y felicidad, la de la hoz sin martillo era la única que podría traspasar la puerta sin romperla ni mancharla. Agua no le faltaría en las cinco horas restantes, ni perfumes, colonias y jabones. Tampoco una o dos revistas que su mujer siempre tenía en el baño. Los criptogramas podría resolverlos con el lápiz de ojos en caso de que la tensión o la ansiedad no le jugasen alguna mala pasada indeseable bajo cualquier punto de vista. Consciente del peligro que lo acechaba, apagó de un soplido sostenido los candelabros y dejó ir el agua caliente de la bañera. Una vez vacía, la volvió a llenar de agua fría y, tiritando, se introdujo en ella mientras la locutora hablaba, como siempre en los últimos tiempos , de la crisis económica diciendo sandez tras sandez. Repitiendo planteamientos manidos que ni ella ni nadie con dos dedos de luces creía y comentando con los tertulianos al uso las palabras ilusas del presidente Rodríguez Zapatero. La temperatura del agua impidió que la tensión bajase, pero el frío lo acercaba al ataque de ansiedad. La pipa y los cigarrilos , que había dejado en el arca de la entrada, no podían paliarle le respiración agitada que empezaba a subirle y bajarle el diafragma con regularidad. Como un acordeón, notaba el tórax elevarse y descender con ritmo cansino. Fue entonces cuando la idea salvífica le iluminó las neuronas. Junto al banquillo dejó , antes de cerrar la puerta, un calendario de bolsillo plastificado. Tras volver a salir de la bañera, tembloroso, escapándosele el pequeño almanaque entre los gélidos dedos arrugados como garbanzos echados en agua, logró introducirlo por la rendija de la puerta e, impulsándolo hacia fuera con lentitud y pericia propia de cerrajero más que de hombre de letras, el pestillo saltó. La puerta estaba abierta. Por ella salieron la de la hoz sin martillo y Pirro. De forma galante, le dejó paso diciéndole : usted primero. No había llegado su hora. Tampoco fue necesario médico alguno. Sólo autocontrol y algo de sentido común. Fue suficiente para vencer a la eterna visitadora. Pirro cambió , otra vez, todas las cerraduras de la casa. y no dio explicaciones a su familia. Ésta supuso qué ocurrió. Pirro logró una victoria pírrica.

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