JOSÉ MARI MANZANARES

De casta le viene al galgo . Manzanares , hijo , tras las faenas hechas en Sevilla y Madrid, merecedoras de sendas salidas a hombros por sus enjundias toreras y el arte en ellas desplegado ha pasado a figura , sin discusión , del arte de torear. Será torero de época si no hay indeseado percance. Tal vez si los detractores de nuestra fiesta lo viesen cejarían en su empeño por cargarse las corridas de toros. Espectáculo en el que sólo ven el sufrimiento de la fiera. No ven o no quieren ver más, con todo lo que demás hay. Color, historia, emoción, dominio del hombre sobre la fiereza desatada , artesanía, arte , mucho arte, a veces, como fueron los casos de las faenas aludidas. Faenas completas por dominio, técnica , armonía, temple , sitio , mesura y , sobre todo, arte. El arte que muchos sólo aprecian en otras artes pero, por amor a los animales, no quieren ver en las plazas de toros. Arte que se pierden al cerrar los ojos ,que sólo ven sufrimiento de los astados , la inteligencia y el sentimiento que parecen tener , en exclusiva, hacia las heridas , daño y muerte que se causa a los toros. A veces , como ocurrió en Sevilla, la muerte no llega. El arte del torero y la bravura de su enemigo , la vencieron. Vencer a la muerte es cuestión de arte. Y entre las artes , el del toreo a veces. El valor de los toreros se presupone.