Aprovechando que llevo algunos días mejor de la depresión que me atormenta desde hace ya dos años y medio, y, tomando la escritura como terapia; me atrevo, con osadía, a hablar sobre ella.
Cuando leo que, en plazo próximo de tiempo será una de las enfermedades más extendidas de las que afectan al hombre, la noticia-presagio, no me dice nada; salvo que mal de muchos, consuelo de tontos. Pienso que aún se conoce poco sobre la depresión y sus causas; sobre los síntomas,sí.
Son éstos abominables. Sólo quien la ha padecido o padece es consciente del crónico sufrimiento que el depresivo soporta diariamente desde que amanece hasta que, de noche, con el sueño inducido por la medicación, se desconecta de la horrible realidad cotidiana en la que malvive el enfermo. La noche es la meta de todas las hostiles etapas diurnas, y por ello que el enfermo,al menos es mi caso, experimente, en los atardeceres, una levísima mejoría.A veces, con una brizna de esperanza en que, al amanecer, se produzca el milagro del que algunos te hablan. Desde que uno despierta con las primeras luces del alba, desea, dormitando y anulado para cualquier forma de vida que no sea la vegetativa, que llegue la noche salvadora( muerte temporal) que le permita descansar del cotidiano tormento. A veces, sin ápice de esperanza, anhelando que la muerte sea la eterna. Creo que la medicación sólo sirve para vencer( no es poco) esta idea autodestructora, o, si le queremos llamar suicida que, con frecuencia, se contempla como única solución al prolongado estado.
Ducharse se convierte en un combate bajo el agua; salir en misión casi imposible de superar. Trabajar en utopía. Ni nada ni nadie logra rescatarte del ámbito de la melancolía en la que estás aprisionado con cadenas incandescentes que te mantienen atado al Averno. A veces he pensado que he llegado a estar en el católico infierno. Se podrá pensar que, cuando se producen cortas fases de mejoría,el propio horror a volver a caer en la sima ayudará para evitar la recaída. No es así, al menos en mi vivencia. He sido varias veces reincidente y he llegado a conocer, por consiguiente, el carácter recidivo del mal que me aqueja y del que haciendo uso de todos los medios a mi alcance deseo salir, cuanto antes, por el bien de mi familia y propio; ya que la enfermedad es destructiva en sí misma.
La circunstancia actual( leve mejoría) me permite escribir estas líneas esperanzadoras para mí, y creo, para todos los que padezcan tan nefasto estado. Tal vez no esté de más comentar que, si bien hombre no practicante de religión alguna, creo, y quiero pensar que estoy en lo cierto, que en el hombre no todo es materia. Que existe algo espiritual, si bien desconocido, a "lo"que llamo mi Dios, quien me ha echado una mano, y a "quien" le doy gracias de igual forma que a todas las personas que desde sus posibilidades me han ayudado con constancia encomiable. Destaco, entre las muchas que han sido, a mi mujer, Carmen, mi familia sanguínea y política, psiquiatra y psicóloga que me han tratado, amigos y compañeros de Universidad cuyo comportamiento, además de ejemplar, ha sido heróico. Otro día, si mi "Dios" quiere, escribiré sobre otro de los muchos temas que tengo en la cabeza.
Cuando leo que, en plazo próximo de tiempo será una de las enfermedades más extendidas de las que afectan al hombre, la noticia-presagio, no me dice nada; salvo que mal de muchos, consuelo de tontos. Pienso que aún se conoce poco sobre la depresión y sus causas; sobre los síntomas,sí.
Son éstos abominables. Sólo quien la ha padecido o padece es consciente del crónico sufrimiento que el depresivo soporta diariamente desde que amanece hasta que, de noche, con el sueño inducido por la medicación, se desconecta de la horrible realidad cotidiana en la que malvive el enfermo. La noche es la meta de todas las hostiles etapas diurnas, y por ello que el enfermo,al menos es mi caso, experimente, en los atardeceres, una levísima mejoría.A veces, con una brizna de esperanza en que, al amanecer, se produzca el milagro del que algunos te hablan. Desde que uno despierta con las primeras luces del alba, desea, dormitando y anulado para cualquier forma de vida que no sea la vegetativa, que llegue la noche salvadora( muerte temporal) que le permita descansar del cotidiano tormento. A veces, sin ápice de esperanza, anhelando que la muerte sea la eterna. Creo que la medicación sólo sirve para vencer( no es poco) esta idea autodestructora, o, si le queremos llamar suicida que, con frecuencia, se contempla como única solución al prolongado estado.
Ducharse se convierte en un combate bajo el agua; salir en misión casi imposible de superar. Trabajar en utopía. Ni nada ni nadie logra rescatarte del ámbito de la melancolía en la que estás aprisionado con cadenas incandescentes que te mantienen atado al Averno. A veces he pensado que he llegado a estar en el católico infierno. Se podrá pensar que, cuando se producen cortas fases de mejoría,el propio horror a volver a caer en la sima ayudará para evitar la recaída. No es así, al menos en mi vivencia. He sido varias veces reincidente y he llegado a conocer, por consiguiente, el carácter recidivo del mal que me aqueja y del que haciendo uso de todos los medios a mi alcance deseo salir, cuanto antes, por el bien de mi familia y propio; ya que la enfermedad es destructiva en sí misma.
La circunstancia actual( leve mejoría) me permite escribir estas líneas esperanzadoras para mí, y creo, para todos los que padezcan tan nefasto estado. Tal vez no esté de más comentar que, si bien hombre no practicante de religión alguna, creo, y quiero pensar que estoy en lo cierto, que en el hombre no todo es materia. Que existe algo espiritual, si bien desconocido, a "lo"que llamo mi Dios, quien me ha echado una mano, y a "quien" le doy gracias de igual forma que a todas las personas que desde sus posibilidades me han ayudado con constancia encomiable. Destaco, entre las muchas que han sido, a mi mujer, Carmen, mi familia sanguínea y política, psiquiatra y psicóloga que me han tratado, amigos y compañeros de Universidad cuyo comportamiento, además de ejemplar, ha sido heróico. Otro día, si mi "Dios" quiere, escribiré sobre otro de los muchos temas que tengo en la cabeza.
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