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EL BLOG DE GUILLERMO ÁLVAREZ DE TOLEDO PINEDA. Blog independiente y de temas multicolores. Entre ellos , el tema estrella : Historia de los Álvarez de Toledo Golfín. Etiquetas temáticas en la parte inferior y lateral con las gracias por entrar y leerme.Unas gotitas de humor no van mal en la cazuela de la VERDAD y mucho pueden decir.

miércoles, 2 de marzo de 2011

CANUTO EL AS DE LOS CANÓDROMOS

Canuto era paticorto y de orejas enhiestas y puntiagudas impropias de perro plebeyo. A lo largo de su cuerpecillo se extendían unas manchas más negruzcas que negras dándole aspecto de suciedad . No obstante, Canuto el raudo , el perro más veloz que Mercurio, el invencible en la carrera , el de los pies alados, se dejaba bañar diariamente por su amo en el río o en el lebrillo , en invierno o en verano, mientras miraba con sus vivos ojillos a Miguel esperanzado en que el agua le prestara la esbeltez de los galgos.

Una charca cualquiera le desvanecía después la esperanza , reflejando sus orejas casi tan grandes como sus patas y su rabo tan ralo como siempre. La gente, al verlo aparecer entre la jauría , volvería a mofarse de él. Triste, volvería a buscar entre el bosque de patas a su dueño para que éste , con su enorme vozarrón , anunciara a la plebe el comienzo del espectáculo e hiciera su panegírico : " Señoras y señores , distinguido público. Tengo el honor de anunciarles el primer número del programa que por las tierras de España, las del norte y las del sur las del este y del oeste , presenta el circo gitano. En él podrán ver cómo Canuto , el verdadero y único mensajero de los dioses , vence en la carrera a los más ágiles y afamados galgos del país ".

Sin más preámbulos se procedía a dar la salida. Al principio, los galgos aventajaban a Canuto . Eran los primeros cincuenta metros que tardaba en convertir sus pequeñas patas en ruedas. En los restantes , todos, unos antes y otros después, habrían de humillarse al galope de Canuto que más semejaba bola que perro. Vencedor exhausto , agradecía las caricias de Miguel , vestido de arlequín, y corriendo , casi por inercia, se dirigía a echarse sobre la fresca hierba donde pastaba la cabra Marianita. Tumbado retozaba, boca arriba , echando las patas hacia lo alto en nuevo intento por agrandárselas y gozando de su efímera gloria.

Estas letras forman parte de un cuento que publiqué , hace muchos años, en una revistilla literaria de corta vida que editamos algunos compañeros de la Escuela Normal Josefina Pascual de Cádiz. Eran los años finales de los setenta del siglo pasado. Guardo gran cariño al relato y por esto lo he transcrito aquí , en parte, y por sugerencia del director de mi periódico , don Hugo de la Guerra y Paz en los cielos a los hombres de buena voluntad , de apellidos tan largos y bien intencionados menos el primero , que quería conocer mis comienzos en el difícil arte de las letras.

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