UNA SORPRESA GRATA Y GRANDE POR EL SENTIMIENTO

Miro el mar desde la parte interior de la terraza. Está la mar rizada y llueve. Por la arena camina , sin paraguas y caballero descubierto , un hombre acompañado por un podenco canario. Mi vista aún me permite distinguir , si la distancia no es lejana , la tipología canina y la humana , tan multiforme. Puedo asegurar que el hombre es alto y el perro es podenco canario. Sopla el viento de poniente con fuerza y nubes pardas , preñadas de aguas , cubren el cielo y el horizonte. Las palmeras del paseo marítimo se contonean coqueteando con el aire como , en verano , las mujeres jóvenes y las que todavía están de buen ver se pasean por la playa. luciendo la belleza de sus cuerpos. En verano , en primavera , en otoño e incluso en los buenos días de invierno se ven tipazos femeninos en la playa de Cádiz. Formas dignas de lucimiento y admiraciones masculinas. Dejo de mirar las olas que rompen con fuerza en la arena y enfoco hacia las alturas nubosas. De pronto , un destello las atraviesa y un extraño objeto volador , echando chiribitas a lo largo y a lo ancho de su estructura metálica , se acerca a mi terraza. No me asalta el miedo. Intuyo de quien puede tratarse y espero unos segundos. El objeto se posa en la arena y , tras bajarse de una escalerilla que pronto vuelve a replegarse hacia el interior del aparato , Rosita Rojo , con sus andares renqueantes y discordantes, avanza con dificultad sobre la arena hacia la puerta de casa. Bajo a recibirla porque merecedora de ello es. Intuyo que viene a lo que viene siendo mi intuición certera. Vuelve al planeta azul para volver a ver y a oír a Wilhelmus Albanus en sus próximas actuaciones. A mi hijo el trovador que actuará de nuevo. Lo admira y sigue desde su planeta rojo y no se le escapa actuación alguna. Si sus obligaciones le impiden sus venidas a la Tierra , desde su Marte lo sigue con fidelidad y admiración absolutas. Con el mismo amor con el que la Tierra quiere al Sol. Sabe que en casa tiene hospedaje digno y es muy querida por todos. Nos ha traído , como siempre , unos regalitos. Todo un detalle por su parte y me ha dicho , como mis hijos , que no de orientaciones sobre cosas que no se deben dar. Que , a veces , soy expresivo en demasía. Siempre clarísimo. Wilhelmus Albanus , como se sabe, es hijo de Wilhelmus Alvarinus Toletanus Pinaster. Acabo de decir que soy clarírimo. No preclarísimo. Preclaros y preclarísimos otros ; no yo aunque esté en posesión de varias medallas al mérito inmerecido o desconocido. Medallas extraoficiales de las que tan contento me siento. Tanto o más que de la oficial que me impusieron hace varios años y de la que , aunque agradeciéndola , me suelo reir.