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EL BLOG DE GUILLERMO ÁLVAREZ DE TOLEDO PINEDA. Blog independiente y de temas multicolores. Entre ellos , el tema estrella : Historia de los Álvarez de Toledo Golfín. Etiquetas temáticas en la parte inferior y lateral con las gracias por entrar y leerme.Unas gotitas de humor no van mal en la cazuela de la VERDAD y mucho pueden decir.

jueves, 3 de enero de 2019

UNA HISTORIETA SOBRE UN HOMBRE BUENO.

Es la que voy a contar y le sucedió a un hombre llamado Wenceslao . 

Wenceslao vivía en una casita , unos ciento veinte metros cuadrados habitables , situada en las orillas de un riachuelo de montaña. . Vivía solo con la única compañía de su gato .  De noche , había luz eléctrica en la casa ,  veía la televisión un poco  y , tras verla , se acostaba en una cama mullida a la que todas las semanas cambiaba las sábanas .  Wenceslao era pulcro y contaba setenta y dos años . 
Había  sido funcionario  de carrera , era licenciado en derecho , y hasta el año de su jubilación moró en la ciudad a la que el destino lo llevó tras obtener  plaza en sus oposiciones a la administración local. En los día fríos de invierno encendía la chimenea y así caldeaba  su casa que era , al mismo tiempo , su retiro y su refugio. 

En la ciudad había pasado  buena parte de su vida en activo mientras las técnicas avanzaban a una velocidad en   la que hasta entonces no lo habían hecho. Tanto que lo superaron y él no pudo convivir durante más tiempo con ellas. No pudo soportar tantos avances .

Al ser viudo sin hijos , ya hacía tiempo que lo venía pensando , compró unos terrenos , con sus ahorros ,  en el campo y habló con un arquitecto amigo suyo para que en ellos construyese una casa al gusto de Wenceslao  aunque, como hombre delicado que era, teniendo en cuenta , también ,  los gustos del arquitecto amigo. 

Se construirían los metros mencionados  y la casa estaría rodeada de una amplia parcela  en la que él crearía un jardín , donde  plantaría arbustos, rosales,  y árboles que , en verano , le prestarían  buena sombra al tejado y a la delantera  de la casa. Las rosas de los rosales , cuando florecieran , la perfumarían de forma natural.  

Lo más próximo a ella era una antigua vivienda  de peones camineros , separada de la de Wenceslao por medio kilómetro , en la que vivía la mujer que  iba tres   veces a la semana a hacerle la comida y las labores domésticas. La mujer estaba casada y tenía un hijo que se encontraba  haciendo la mili en un lugar alejado  de aquél predio .  María , Pedro y Manuel eran los nombres de estas tres personas. 

Un buen día , mientras paseaba Wenceslao por las cercanías del nacimiento del río , se torció un tobillo con tan mala suerte que la torcedura lo impedía   andar . No podía dar un paso ni apoyar el pie.  A voces clamó pidiendo ayuda pero nadie lo oyó hasta que , pasadas varias horas sin que nadie lo atendiese , cayó en que podía hacer uso de su móvil, hasta entonces no había pensado en esta posibilidad de  pedir auxilio , y telefoneó a María . Acudió su marido , Pedro , que por aquellos andurriales escarpados se encontraba pastoreando con sus cabras,  y le prestó ayuda . 

Camino de vuelta y con su pierna entablillada , Wenceslao pensó en lo solo que estaba y lo peligroso que , a su edad , era vivir sin compañía de alguien . Ni corto ni perezoso le ofreció a Pedro  ir a vivir con él. Pedro lo consultó con María y se mudaron a la casa de Wenceslao .  Allí compartirían mesa y mantel  y , cuando regresase Manuel de la mili  ya sumarían cuatro ,    Wenceslao no se encontraría solo sino bien  acompañado.  

Wenceslao , al no tener a nadie en esta vida , ni sobrinos lejanos , fue un día a la ciudad y testó a favor de la familia que lo cuidaba . María y Pedro se lo agradecieron con el corazón y juntos vivieron hasta que el Todopoderoso decidió que a Wenceslao le había llegado su hora.  

Wenceslao , hombre previsor , había dejado escrito  en el testamento , y así se lo había comunicado a sus cuidadores ,  que su deseo , a ser  posible , era ser  enterrado en aquellas tierras que había legado a María y a Pedro .  Respetaron estos la voluntad de aquél buen hombre al que el avance técnico y tecnológico había superado y lo había obligado a huir a la montaña para no volver nunca, ni vivo ni muerto , a la ciudad. Descanse en paz  Wenceslao.  Era una buena persona. 

  



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