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EL BLOG DE GUILLERMO ÁLVAREZ DE TOLEDO PINEDA. Blog independiente y de temas multicolores. Entre ellos , el tema estrella : Historia de los Álvarez de Toledo Golfín. Etiquetas temáticas en la parte inferior y lateral con las gracias por entrar y leerme.Unas gotitas de humor no van mal en la cazuela de la VERDAD y mucho pueden decir.

viernes, 25 de mayo de 2012

EL SARDINEL Y EL TIEMPO

El sardinel , en las noches con luz de carburo en la casa y luces de estrellas en el campo , era el límite entre la seguridad del interior  y el supuesto peligro del exterior. Durante el día lo reccorrían hileras de hormigas que deambulaban de un lado para otro en caminos que me parecían sin sentido. Intentaba yo , niño de cuatro o cinco años que pasaba los veranos en aquella finquita de recreo que mi abuelo Pepe tenía en el pago de las viñas de Osuna , encontar algún sentido a aquellas idas y venidas , vueltas y revueltas de seres tan indefensos.

Cuando la tarde declinaba y el sol se ponía , las hormigas iban a dormir y el mármol que cubría el sardinel volvía a su blancura originaria. Dejaba de ser moteado y se convertía , como todas las noches , en el escalón que separaba la luz de la oscuridad. La luz mortecina de las lámparas de carburo , de la brillante oscuridad del estrellado cielo andaluz. Era una especie de murallita que defendía la puerta de entrada al caserío de posibles bichos que nos pudiesen incomodar o picar. El calor y lo pedregoso del terreno facilitaba la existencia de alacranes cuyas picaduras podían causar contrariedades y cuyo veneno , solia oír , podía ser expulsado mediante un baile ritual cuya antigüedad se perdía en la noche de los tiempos. Era lo que decían los caseros y la niñera de mis primos que nos acompañaba . Todas las mañanas , antes de calzarnos , mirábamos los zapatos y golpeábamos sus suelas en prevención de incómodas , dolorosas y peligrosas picaduras de los temidos escorpiones. Si las hormigas eran amigas despistadas que no hacían nada, los arácnidos , y en especial el alacrán , fueron los primeros enemigos de los que tuve conciencia. El sardinel , por el que discurrían las hormigas , de día , jaspeándolo  ; se convertía , de noche , en la única vía de paso del enemigo. Abuelo Pepe , Papá-Pepe , tenía telas mecánicas colocadas en todas las ventanas y vanos del caserío para evitar intrusos molestos. El sardinel era , pués , nuestra defensa y mi defensa. Lugar semisacro a manera de minúscula ara junto al que rezaba las oraciones que mi madre me recomendaba. Me gustaba pisarlo , repisarlo , saltarlo y adorarlo por ser el guardián de la casa. Los perros estaban fuera y además ladraban y , a veces , me asustaban. El sardinel., no. El sardinel me ofrecía seguridad. Era el lar y el penate de aquella casa de campo en la que pasé los veranos de mi infancia y que hoy pienso que , en origen , por su situación y hallazgos numismáticos , pudo y puede ser descendiente de alguna villa romana. A la cabeza me vienen muchos recuerdos y muchas ideas alejadas en el tiempo , que todo lo une con sus largos hilos. Pensar en él no es perder el tiempo , sino considerarlo y tenerlo presente aunque tienda a huír y escapársenos de las manos. No de la cabeza. El tiempo es el tiempo. Siempre digno de tenerlo en cuenta y aprender de él y con él.

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