LA TABERNA LA MANZANILLA, DE CÁDIZ

Los bautizos y las primeras comuniones de mis hijos,Guillermo y Carmen,los celebramos en uno de los sitios con mayor sabor y olor andaluz que hay en Cádiz. La Taberna La Manzanilla,situada en la calle Feduchy,número, 19.Yo era cliente desde hacía varios años del lugar y conocía a Miguel García Gómez,don Miguel,con quien hablaba en su impoluta barra,cuando me dejaba caer por su embrujada taberna,adornada con toneles de roble,carteles de toros,un banco corrido de madera reluciente como el propio dueño y estanterías que lucen una colección de botellas de manzanila, muy interesante.Ya en los años finales de la década de los ochenta,Guillermo nació el 4 de Febrero de 1988,existía la absurda y despilfarradora costumbre, se pudiese o no, de celebrar acontecimientos familiares con una pompa y boato que,la mayor parte de las veces,delataba el reciente acceso de los festejantes a una situación económica hasta hacía poco lejana.Tal costumbre de celebrar bautizos y primeras comuniones, como si se tratase de bodas principescas,era indicio claro de determindas características sociológicas.Para mi, la Taberna la Manzanilla y el Ventorrilo del Chato,eran dos de mis sitios preferidos de la ciudad.Sitios con pellizco, con gracia y con finura.Miguel comentaba que su mostrador, mesas y bancada corrida a lo lago y ancho del muro, con aires de coro de iglesia, siempre fue lugar de encuentro y charla de clientela selecta. De gente con decoro, distinguida.La distinción y finura, como la de una de las variedades de sus manzanillas,se apreciaba al primer vistazo.Desde el porte del propio Miguel hasta la limpieza, silencio y orden del establecimiento,que facilita la reunión de doctos tertulianos; sin olvidar que en épocas anteriores se formaban allí juergas flamencas de tronío y trapío.Hablé con Miguel sobre la posibilidad de celebrar en su Taberna el bautizo de Guillermo. Me aceptó la propuesta y, desde entonces,el lugar se hizo tradición en mis celebraciones familiares.El saber atender y estar de don Miguel,su corrección y amabilidad son proverbiales en Cádiz y tierras muy alejadas de ella.Al frente del negocio está,hoy,tan encantador y agradable como su padre,su hijo Pepe.Mi estado me aparta de asiduas visitas a la casa, pero en el recuerdo permanecen los muy buenos ratos allí pasados, entre copas de manzanilla,buen jamon , quesos y gambas ,más pescado frito de la bahía.Todo muy abundante y servido con estilo.Celebraciones sencillas que a todos satisfacían.En el libro de la Historia de la Taberna la Manzanilla, MIguel,ordenado como él solo,tiene recogido los bautizos y primeras comuniones de Guillermo y Carmen.Miguel se hizo responsable de la Manzanilla, allá por los años cuarenta del siglo pasado,cuando la heredó de su padre, don José García Arana.Hoy, jubilado,tal vez le lleguen, por este medio,mis palabras de agradecimiento.Ha sido usted un bodeguero creador de escuela.Algo que sólo consiguen los grandes maestros en el arte de saber vivir y saber beber.Ojalá pueda celebrar allí algo que tengo en la cabeza.Con Pepe lo hablaré.